10/05/2007
Weas mias!!!
He estado de un humor extraño ultimamente como si de pronto la ira me invadiera y luego se fuese de pronto... tonteras mias!!! no se puede! Esto fue escrito para un amigo... mejor dicho desconocido que es escribe y bueno... pienso que deberia escribir mas seguido y ser mas constante... ya que le falta ne? ahi va, al que le guste bien y al que no ... pato yañez!
“¿Has sentido miedo alguna vez?” Me miró como si fuese un ser tan antiguo como la vida misma, como si sus ojos lo hubiesen visto todo y en ellos se concentrara toda la sabiduría del mundo. Me descolocó, era de noche, mi noche. Quise gritarle, golpearla y aferrarme a su cuerpo llorando. “Por supuesto” conteste al fin, casi por orgullo y quizás también por vergüenza de verme ahí, en medio de una pista de baile, intentando jotearla con mi cabello alborotado y mi polera del Che, me sentí insignificante y pendeja, estupida. Y de pronto sus gestos cambiaron, su rostro se dulcificó bajo las luces de colores, sonrió pidiéndome perdón, “hoy no ha sido un buen día” agregó y aceptó mi invitación a bailar como si no hubiese ocurrido nada. Los cuerpos rozándose constantemente al ritmo de la música, el humo del tabaco rodeándolo todo, distorsionando los contornos de las cosas, las luces girando, el alcohol, esa mezcla desquiciante era mi escenario predilecto. Solía moverme con relativa seguridad con dos piscolas en el cuerpo, en medio del ruido y la euforia. La cacería nocturna. Me volvía pura energía, solo una serie de movimientos, un ser etéreo e insaciable en busca de chicas lindas que seducir, besar, tocar, joder. Y ella preguntó. Se balanceaba al ritmo de la patética canción que caía de los parlantes y sonreía, sus caderas se mecían de un lado mientras sus manos dibujaban quien sabe que símbolos cabalísticos en el aire espeso de la discoteca. Me mareaba, mi cabeza giraba extrañamente mientras ella se contorneaba y por inercia mi propio cuerpo también se tambaleaba torpemente, sin poder quitar de mis pensamientos su mirada y sobre todo su pregunta. “Mierda, mierda, mierda” me había cagado la noche en un dos por tres y ya no tenia ganas de violarla, ni de seguir tomando, no tenia ganas de nada. Solo deseaba hablar con ella, escuchar que era a lo que le tenía tanto miedo, hablar sobre su pregunta y sobre todo lo que la rodeaba. Si al principio me pareció rica ahora me parecía pura e inteligente, algo serio para esas mentiras a las que se suele llamar relaciones, cosas serias y sobre todo, bajo la luz del día, cuando me convertía en una exitosa mujer de negocios y no quedaba ni sombras de la loba en que me convertía por las noches. “Mierda”. Seguimos bailando por un rato, ella con cada vez menos deseos de hacerlo y yo con la cabeza cada vez mas revuelta. - Quiero irme.- Me espetó de pronto, y algo frio me recorrió la espalda, si ella se iba nada seria igual. Tenía miedo, miedo de que se fuera y me dejara sin la respuesta, miedo a que algo tibio y suave se fuera con ella, algo extraño que no conocía, que no entendía. - Lo siento ahora.- murmuré turbada a su oído, mientras tomaba una de sus manos huesudas entre las mías y la apretaba anhelante. Me miró confundida. - ¿Perdón?-. - El miedo, lo siento ahora.- le respondí enojada, molesta por su pregunta. – vámonos juntas.- le suplique al fin. Y supongo que notó que en mi el miedo me hacia decir webadas y que me volvía frágil e infantil, porque me sonrió con una dulzura maternal y me tomó de la mano. Me dejé llevar por ella fuera de la pista hasta la guardarropía, cogimos nuestras cosas y la seguí hasta la calle. La noche estaba oscura y fria, como cualquier noche de otoño, sin que el miedo a su abandono desapareciera y para de algun modo atarla, ahora fui yo quien la cogí de la mano. Su mirada parecía no detenerse en nada, recorria todo rapidamente, rozando cada uno de las cosas como si en su mente quisiera retenerlo todo al mismo tiempo. Una mirada nueva. Otra. Todo era extraño en aquella noche. Ella, mi mano cogida a la suya, la timidez que me invadía de pronto ante su presencia, su modo de mirar, todo me parecia distinto y raro junto a ella. - Como te llamas?-. espeté de la nada. - Cata, y tu?-. hasta su modo de pronunciar su propio nombre me era raro, para que decir la pregunta. - Javiera-. Y no supe que más decir, que preguntarle para parecer más interesante, más inteligente. Seguimos caminando de la mano bajo las luces de la noche, bajo las luces de las luminarias se veia mas real que dentro de la disco y sus luces parpadeantes. Su rostro perdia un poco de la perfeccion . parecia mas humana pero aun asi bella…
for u
Por todas las veces seguidas q hace unos años escuchamos esa cancion..
usa esta cosaaaaaaaaaa!!...con nanai
Aneska!
9/08/2006
karmilla y yo
karmilla. Podria hablar un dia completo de Ella. Ella.Osea yo. Ella es quien simpre seca mis lagrimas, quien me hace levantarme y es quien se molesta, quien grita y le hace daño a quienes amo, podria deshacerme de ella pero nadie estaria conmigo y... el silencio!! no otra vez. Karmilla y millarka las dos caras... todos son asi? medio luz medio sombra? mas muertos que vivos?
karmilla y yo... mi querida amiga imaginaria que me trajo sombras pero aun estoy aqui en mi infinita suavidad... gracias a ella aun estoy aqui, la unica que a murmurado a mi oido "tranquila. me llevare al dolor"... cuando soy fuerte no soy yo, soy ella.no soy fuerte en lo absoluto...
gracias , por estar aqui karmilla
9/04/2006
Un poco de Ella
Y ella ríe, ríe como las campanas, como los niños pequeños que nada saben y a nada temen. Ríe y en ello se le va la vida, peina sus cabellos, los agita haciéndolos bailar, causándole aun mas deseos de reír, de borrar con sus estridentes carcajadas todos aquellos recuerdos. Se ve sola, desnuda, temblando y se ríe, las lágrimas recorren sus mejillas. ¡Tanto dolor!
Baila bajo el sol, dejándose acariciar por la suavidad del viento, dejando que el calor la abrase suavemente, que el piso se desdibuje bajo sus pies, bajo su eterno juego y su risa lo llena todo.
Nuevamente la habitación gris, la soledad, la oscuridad, mira su pequeña celda, su pequeña prisión, tan insignificante, gris y solitaria. Recuerda y ríe, baila en la habitación vacía y hedionda a orines, mueve sus cabellos al ritmo de su baile y un dulce calor la invade lentamente. Sigue así en su eterna danza, en sus risas sin sentido, hasta caer sucia, cansada, riendo sobre la cama inmunda y poco a poco sus ojos se cierran, sin dejar de sonreír.
Luego la oscuridad y aquellos hombres de negro, el silencio y la soledad, el llanto. No mas risas, ni sus cuerpos ondulando en el viento, ni sus cabellos danzando sin cesar. No más risas.
Todos nos hemos sentido asi... y ella... esta es ella.